miércoles, 2 de junio de 2010

Esperanza de amor

Cada mañana vienes a mí, con el sol apretado
entre los vientos alisios que rasgan el horizonte
y desde aquí te miran mis ojos de polizonte,
inquieta mano de espuma y arrullo esperanzado.

Esperanza cierta que nace de la voz impetuosa,
con ilusión de saberte llegar galana a mi sueño,
certidumbre que emerge de ser tu dueño;
mecida a mis bordes cuan imán de sed afanosa.

Línea de luz, umbral de marea desatada,
llegas con el sol y me haces caracola,
arena y Atlántida, en la cumbre de la ola;
lengua sempiterna a tu boca anidada.

Caldeada en la hoguera de la entraña,
enraizado sentir en la faz escondida,
que libre encadena el alma aguerrida
cual franca flor de esencia travesaña.

Haciéndote beso salino, soy tu orilla y playa,
mientras se hace lento el tiempo y te roza,
colmada de luz en ti mí amor se posa,
aliento aledaño dormitando en su atalaya.

Verdades que recorren irredenta alianza,
amor que palpita al reclamo de su brío
en la calma de brújula, en soberbio estío;
pleno de esencia y álgido amor de esperanza.




Lourdes / Miguel Ángel.
Febrero 2010

Pliegues y brotes

Pliegues y brotes


Y todo cabe en los muros
Y todo cabe en las zanjas
Y todo cabe en las grietas
De mi corazón.

Alirio Uguarte



Cuento...
Uno, dos, tres... rosas
jazmines
y magnolias.

Para cubrir el camino
de pétalos desnudos
-sin espinas-
y sigo cuatro, cinco, seis...
sosiego, no más…

Es el delinear de los sentires cibelinos,
bordes sin saudades de líquenes y helechos,
flores que ornan los sublimes jardines,
primavera que rémora la vida,
en mantos de pieles que se tornan
en corazas y violines.

-allá afuera-
Impertérrito, al buscar horizontes,
mirar y en cada golpe
de viento, dejar un siglo de espera,
¿Por qué raída ha de ser?
si un gajo de luna,
al quásar nos encumbra
la piel.

Y subsisto,
en clorofilas de savias,
en calidez de elixir
filtrado por gotas,
mi centro -respira-
(en tu centro)
pistilo de colores
muriendo en las horas.

Los adelfós se nos asoman;
sabias gnosis derraman,
las entrañas se sonríen.
Las almas… en loca tesitura
se encumbran y renacen.
Pliegues y lazos
de hojarascas,
de aires que ondean,
de brisas que nos llevan
hasta el alma de las piedras.

Nos reconocemos,
galana de enana inocencia,
que acaricia el silencio
preñada de vivo polen
-siglos de verdad-
a la espera turgente,
acomodo del soplar de viento,
que anegue y fecunde,
esta hermosa razón
con arrullo de verdes
pastos y lluvias.
Forjada ilusión,
repican campanadas,
y ecos del puerto.

Donde florece la sangre
que se desborda,
en el delirio…
en canciones de bajos y redoblantes.
siete ,ocho, nueve...
Áureas las razones
y los sentires…

Génesis de pliegues y capullos que brotan.
Desde que existe una historia que los riega.


Lourdes y Miguel Ángel
Febrero 2010.

Dónde están

Y cuando me hacen falta no están
porqué será que siempre me pasa
estar, en todo momento, estoy mas solo
me compongo las entrañas, para que más

caricias falsas que corran mi lomo
con las caricias soterradas de mis sueños,
ya yo me apaño las heridas del alma
y las del entrañas las quemo en las brasas

del infierno, que acompaña mi desasosiego,
que candente siempre está aún en otro
caminar que no es el mío es el de los demás

cuando a mi llegan todo son prebendas,
pero siempre me dejan entre las menguas,
quién me dice dónde encontraré la tranquilidad.

Llora dicha el cielo

Cantares de las alma, por tus labios,
acarician suaves el firmamento;
se cierra la noche y aparece el sol
al somero amanecer de lluvia

llora lágrimas de dicha el cielo
trayendo los colores de luz sideral
que en los olivos reflejan el brillo
de tus ojos que al relatar el sentir

acaricias cada palabra con el roce
de la seda del salir de tus entrañas
que relanza los sonidos de la tierra,

al cosmos, al final del fin del universo
finito de lo infinito del decir sideral
que delicado emociona a los sentidos.

Amanecer en la roca.

Por entre los matojos y los muy espinosos tojos,
acariciados por el amarillo de las retamas,
el verde de los juncales ribetea por la senda
del murmurar calmo de las aguas al amanecer,

la humedad de neblina sube cual humo de brasero,
despereza los ojos el relente del ventanuco;
el olor a café tapa el hondo respirar del mosto
que vivo realza con sus aromas las viejas cepas

y aparece la esperanza que orna toda la natura
silvestre que rodea los hilos altos de las parras,
delicadas ubres de las que se ordeña el sacro zumo,
que colma las secas tinajas con divinos efluvios

del albar riveriño reposado entre el azulado
que honra con las botellas en el Olimpo de la mesa,
al calor del hogar de la lumbre de olorosas brasas
arropadas de churrascos. Revivir en alcoholes

y hallar el alba mirando la luna desde la roca
donde sale la resaca de sentires que precede
al descansar entre las sabanas el crudo dolor
de la fiesta en el Paraíso de los brazos de Baco.

Versos con "y"

Y los versos empiezo por y,
y es curioso que sea así,
y por qué comenzare por y,

y el misterio está así.
Y empieza yeso por y,
y por y termina ¡Ay!

Y dando yeso por ahí,
yo me caí y dije ¡AY!
Y ya se rieron grueso allí

y se les fue el queso por ahí
y mi risa acompaño su ¡AYYY...!
y ellos entendieron que así

ya nada podrán conseguir y así...
ya se termina el tema de la y
Y con la y me voy a ir hoy por ahí.

Paseando con mis sueños...

Un día paseaba, yo paseaba un día,
iba dentro de mis sueños, con mis sueños iba,
por las blancas cumbres, por las cumbres blancas iba,
era el cielo azul, azul era el cielo ese día.

Paseando con mis sueños por el cielo blanco
se me topo un tropo que, trenzando por los vientos,
con el divino nacáreo enmarca en sus ojos,
en resplandor del universo, en mi alma quedo inscrito.

En mis sueños dormidos, vivía yo despierto,
y cuando era despierto a mis sueños la harmonía
de sutiles sucesos en ellos me dormía,
pinceladas coccíneas de pasado muerto
robando el sosiego con lo incierto allá en el puerto.
Aguarda paciente la dicha siempre entredicha,
la esperanza me lloraba sintiendo ser chicha.
Nimbos de algodón acariciaron todo intenso,
despertar de resortes que, mi sentir condenso
y lejano relegó, regresan con ardor.
Decimos tanto sin nada decir...

Hermoso silencio
que cantas inmenso
los sentires perpetuos
de los anhelos secretos...

Salvaje y libre...
Sólo eso, la libertad...,
en sus lomos encontraras...
y ella te enseñara lo que es amar...

Silencio, hermoso silencio...

Unicornio

La delicadeza de tu porte te distingue
con la gentileza de la arrogante eleganza,
en ti tan salvaje como indomable prestanza,
de las utopías, de los sueños que no extingue.
Alzando con tu simbolismo sobre la pringue
cantos de libertad, con puro determinar,
de la virginidad que no te dejas minar.
Altivo y arrogante, con tu barba de sátiro,
te tapas de esbirros en el decir del papiro,
del mito fecundo, señor del soñar astral.