Enumero todos tus,
tantos, deseos,
los voy disponiendo
como quiero,
en cabeza pongo los
del te quiero
y después pienso los
que son ateos;
no encuentro ninguno
de los fariseos.
De mis labios te
remito un te quiero
envuelto en un beso
porque quiero
y no dejo de verte por
mis ideos.
Singular la fuerza de
los aceros
y en sus máscaras se
tapan aquellos,
mas estos tuyos, tan
libres y bellos,
se forjan en flores de
mis esmeros
floreciendo ánimos por
los resuellos
y entre los muros que
se cuidan de ellos.
Hasta do sé relatar,
yo llegó.
Soñando en tus
emociones, me duermo.
19/09/2014