viernes, 2 de abril de 2010

Recoger en ti...

Esparcidos están las cosechas en el reír
de tu sonrisa, en el sentir de tu palabra
que encamada camina por mis entresijos
caldeados por el terciopelo de tu voz;

cadentes sentires que arropan las esencias
de la recóndita recoger en ti de mi alma
que salta a borbotones en los derramar
de tus besos por las cascadas de los vientos

enmascarados en el fluir de las aguas dulces
de las cuevas secretas que guían sin saber
el engarzar de las manos en las simas de la mar,

caricias de las oscuridades iluminadas por los reflejos
de los caminos diamantinos, sendas de claridad
trazada por los indelebles rayos que nos acogen.

Tu presencia...

Vaso de vino acarician los dedos,
la mirada perdida en los linderos,
atar de banqueta por los corcheros
del mentarte que escalda en los calderos

los vapores en el subir enteros
los pensar, de los fogones, al cielo
gris de la noche estrellada, de celo
del suceder, en que brotan certeros

los dolores de la sangre que expelo,
retorcer de la sensatez cruzada
del incidir de sutil escalpelo

que orada, la sesera encasillada,
en la brava emulsión, que no cancelo,
torbellino que tu presencia carda.