Trece sonetos
I
La luna creciente desde el poniente
pintaba las tejas de gris congoja
y en mi mente las palabras de está hoja
se iban ordenando con la corriente
que susurraba el chorro de la fuente.
Distraídos en los de las alforjas
no atendían más allá de las forjas
dejándose llevar por el ambiente
de las tablas donde les declamaban
cantos que más parecían poemas
por la melodía con que rimaban
notas y palabras con anatemas,
sin sentido para los que escuchaban
tan simples como sencillos sus temas.
tan simples como sencillos sus temas.
MASL