Recubiertas de
silencio
las emociones no
buscan flores,
se olvidan de la luna
y se aprenden poco a
poco las entrañas.
Guardando cada palabra
encuentran la exacta sinergia de las conjunciones
irradiando cada tiempo
con el reflejo
introspectivo de una nebulosa.
Los pensamientos sólo
dejan la sensación
de haberlos tenido,
de ser olvidos
obligados por el corazón
palpitando más pausado
cada paso de un orto.
Y los sentimientos,
arrinconados como los
trastos viejos del garaje,
se cubren de polvo y
telarañas
ignorados en lo más recóndito
del alma.
Se consume el tiempo
vegetando la mente en
lo irrelevante,
buscando palabras sin
sentido,
que cruzan las filas con
las columnas de un crucigrama.
30/03/2015