domingo, 14 de marzo de 2010

Sacra

Sacra comunión de las almas
vela el ayuntar de los cuerpos,
versa la poesía de las pieles y
la caricia en la penumbra del cavilar.

Franqueza inconexa surgida del aura,
cantar del deseo, sello que llego
de la ilusión enterrada del cuerdo
que busco, instintivo, el tenerte.

Entereza embutida que se dilata
al paso de la verdad de este sentir,
galope de la pasión del alma,
desbocado deseo de abrazarte.

Relucen los agujeros negros encubiertos
por los rayos estelares de los astros
trampeadores de las trampas del cosmos,
anhelo de la hermosura de tu estar.

Elegia

Elegía.

Elegía, mágica tersura del entender,
sangre virulenta por la rajada
gotea borbotón magenta persistente,
quedas van, rozando, labrando

canales de husos, reiterada caída,
inexorable, de las partículas del tiempo,
infinita gravedad, llamada impetuosa,
barbota el gotear porfiado.

Terca ficción, irredenta medio,
trastoca cada idea del gotear,
casta visceral, que granea.

Desmenuzar balbuciente se deriva
remolinar de almadía vehemente,
eclosión arraigada sublime.

Destaca

Destaca la bruna oscuridad
en la lejanía del imaginar
y el encanto de la natura
con el rayo la alumbra,
con el trueno la grita y
en la sordina de la noche
resplandece la negra oscuridad.
La bruna oscuridad que mis ojos indagan
en la avidez de disiparse en su hondura,
en toda la hondura de su ímpetu,
oscuridad que luce en la alharaca de la natura
y que encamina al finito del espacio.
Orificios negros en el nítido limbo
eufórico en el fulgor paralizante de las centellas,
clamores agradecidos acompasan mi percibir
y mis quinqués antojan disiparse en esa grandiosa negrura,
y tocar el fondo del piélago en el que la oscuridad
me forjará merecer la más delirante de las delicias
del edén del abrigar la oscuridad tersa
que refulge al arribar los destellos lunares.

Relata

Relata el suspirar la verdad,
Verdad implícita en cada palabra
Remozada en el néctar sabio,
Esencia indisoluble que fluye tu ser.

Relata en tu faz la savia
La verdad de tu substancia
Luminar cierto de tu mirada,
Dechado que irradia mi sentir.

Relatan tus labios bermellones
trémulo fluir de néctar
que me cala en el roce
delicado de tus besos.

Relata tu voz vivos sentires,
queda melodía que fluye mi ser
en la elipsis que grita en la mudez
de la soledad acompañada.

Relatar, me relata tu intelecto.
Relatar, me relata tu pensar.
Relatar, me relata tus gestos.
Relatar, me relata tu sentir.

Relatas en la luz de los planetas
La verdad del alba y
Las promesas de la noche,
En la senda que rotura el sentir.

Uncir

Uncir en única soledad
el sentir desparramado del sentir,
el decir desgarrado del decir.
Decir de tu sentir,
sentir de mi decir;
un solo decir el sentir,
un solo sentir el decir
del amar, impar amar,
enclaustrado en el nudo
del cabo que enlaza
mis entrañas a tu alma,
tu alma a mis entrañas,
todo tu ser a mi sentir,
mi sentir a toda tú.
Ayuntar de sentires y pensares
uncidos en tierno yugo
única razón, única existencia.

Ornato

Ornato abandonado a la sencillez,
hermosura de relampagueante sal.
Esferita de Neptuno
en finas arenas de los médanos
de piélago calmo y diáfano;
lucido espejo del orto,
reverberar del atardecer
en tus brazos de nereida; y
el irradiar de los fanales marinos,
candiles del batel que
lanzan destellos a tu belleza,
replican los destellos del faro,
azimut que nos guía
en el torbellino del deseo,
ímpetu que nos envolvió.

Laurel

Laurel, símbolo de victoria,
que postro a tus pies
en señal de rendición,
rendición de mi dudar,
rendición de mi presagiar,
rendición de mi alma
que a la tuya se entrega
sin condiciones.
Rindo los laureles de victoria
a la humildad de a tu vera estar
en la libertad de la rendición
de mi suficiencia.
A tus pies lloran mis entrañas,
a tus pies alegre esta mi alma
y todo mi ser a ti se entrega,
libre y sin condiciones,
dichoso de estar en tu ser,
agasajo del sentirte,
agasajo de tener tu sentir

Amar

Amar que lento cruzo el océano,
océano inmenso del acariciar,
acariciar de lagrimas de dicha,
dicha encadenada a los fantasmas,
fantasmas de nuestra timidez,
timidez anclada en el no dañar,
no dañar las entrañas,
entrañas amadas por el mirar,
mirar ingenuo de saberse amado,
amado por tu alma, que así lo decían,
decían tus palabras, suaves palabras,
palabras tiernas y firmes,
firmes acariciaban mi alma,
mi alma las siente pudorosas,
pudorosas las sensaciones en mi,
en mi timidez que el silencio,
silencio que te acariciaba cada segundo,
segundos que sumaron minutos,
minutos que sumaron horas,
horas que sumaron días,
días de entre dicha y zozobra,
zozobra de mi pensar por mi sentir,
sentir que nada decía por no herir,
herir la sensibilidad de tu alma,
alma que sabía junto a mi alma,
mi alma que me reclamaba,
reclamaba decirte que te amaba,
amaba, te amo y te amare.

Irisada

Irisada la corteza terrestre
por la luz de los fanales de tu faz,
luz que realza con su brillar
de mujer apasionada.
De mujer que desnudaste tus secretos
entre los míos desnudos para ti.
Desnudos de secretos,
desnudos los secretos,
recorrimos nuestros seres,
andar delicado que nos sacia,
andar encandilado de avidez,
avidez saciadora de lo insaciable,
insaciable deseo de alcanzar la dicha,
la dicha de tu gozar,
la dicha del delirio que nos lleva,
que nos lleva por la senda sideral,
senda sideral que no queremos abandonar,
senda sideral trazada por nuestras almas
en el sello de la pasión de nuestro amar.

Realzada

Realzada por el reflejo solar tu figura
mi mirar se extasía en el contemplarla,
mi pensar la recorre rememorando.
Mi sentir se desboca en, el deseo,
la lujuria de pasear tu cuerpo,
anhelo de sentir tus gemidos,
deseo de llevarle al estremecer.
Lujuria que envara mi imaginar,
imaginar el placer que quiero
hacerle sentir, que quiero sentir,
el sin sentido, pasión,
delirio en el mutuo gozar.
Mis dedos nerviosos,
mi mirar deseoso,
mi pensar lujurioso,
mi sentir amoroso.
Mis labios delicada caricia,
mi cuerpo encrespada mar
tu cuerpo galerna en mi ser.