Las
noches inquietas duermen los sueños
nacidos
a los bordes de las lindes
del
ocaso alargado de las vides
reflejadas
en tus ojos risueños.
Los
olivos en su parcela dueños
de
los secretos de la luz despides
al
olvido mientras al tiempo pides
que
no cubran las sombras tus empeños.
En
el horizonte no se vislumbra,
por
las curvas torcidas de la tierra,
que
cuenta la luna cuando deslumbra.
Mientras
el pecho acumula las teas,
encendidas
en soledad sin rumbas,
consumidas
por la mudez que aterra.
Miguel Ángel S. L.
15/06/2016