viernes, 9 de octubre de 2015

Luces y candilejas



Si es dónde llama la luz,
allá iremos aunque no sepamos
dónde está el duende que nos llama.

Los pies irán haciendo pasos
y los pasos camino
que nunca sabremos si tendrá destino
o es un ramal perdido
del que tenga por bien hacernos llegar
adonde nos espera el duende.

Y nos da igual,
lo importante es caminar,
los caminos no se hacen por mucho andar
sino por llegar donde nos quieren llevar
y queremos vivir lo que empezó
con un pensar que nos hizo levitar  la razón
sin dejar de tener los pies en el suelo
 aunque con poco asiento.

Decían los antiguos que lo moderno era lo suyo
y quizás fuera verdad
viendo que cada vez añoramos más aquellas novedades
ignorando los avances que ocupan nuestro tiempo
 y nos caducan los sentidos
dejando alejarse  los sueños
que quisiéramos alcanzar sin navegar.

Al momento la luz que nos llama
se  vuelve mortecina candileja
que ya no tiene quien la encienda
porque a nadie tiene que iluminar
y cuando queremos despertar
ni hay luz ni mortecina candileja,
los violines están callados
y  sin reparo suenan ruidosas bocinas.

La resaca trae migraña
y las sienes se arrebatan de campanas traicioneras
anunciando la sentencia que nunca se apela
por no haber juez en la tierra que la pueda revocar.
La sabia naturaleza,  de tanto que lo es,
 a menudo equivoca su presencia y tozuda se enroca.

MASL
09/10/2015