Yo… pronombre personal
egocéntrico universo
sin consonante
acaparando minúsculos
porcentajes del otro yo
evadido sin regreso:
Nebulosa rosácea
descuadrada en el cenital
del ángulo de la lejanía
donde convergen agua y
aire
con la calma de la
mirada, por viva, apagada.
Neuronas
insaciables de
pensamientos destructores
que no saben
explicarse
escrutan avarientas
los recovecos de la memoria.
Yo… inconsistente,
tácito verbo sin
sujeto
en quien suavizar el
deterioro,
muralla de cristal descascarillado
y desvanecido.
Negación,
sin posible
contestación,
deja invisibles los imposibles
en las sendas mínimas
de los adjetivos sin verbo
donde poder
embellecerlos.
Necesidad
que los necios
desprecian
y los poetas de la
medida no le ven la melodía
por ser reino del
silencios
la disformidad que
altera sus moléculas.
Yo… ciego
viviendo en el mundo
de los remiendos
consumiéndose por
hallar los retales de lo entero
vaporosa consecuencia
en la que sólo
tropieza en la desinencia.
Necrología
del día a día
transitando por la paz
nunca presente
en el neandertal despiadado del progreso del ego
obviando la sencillez
—in gramatical— del yo.
22/03/2015