domingo, 3 de noviembre de 2013

Color del atardecer



El color del atardecer tinta tu cabello acaracolado
cual los rizos de los níveos cabellos de las nubes
retozando por el celeste donde el horizonte no  muere,
alargándose infinito en el ocre oscuro de esta tierra
salpicada por el verde oscuro del olivo del que ordeña
el perfume íntimo que aroma la sencillez de sus hogares
regados por los airenes dorados y los cencibeles sagrados
escanciados a la media luz de las noches de luna de queso
en los talamos velados por el fino hilo de cien bolillos
pacientes en el resol de los portales de canapé por tresillo.

Rosas de azafrán con la entrada de los temples otoñales 
matizan de amarillo los dedos y de recio sabor el paladar
en el guiso del caldero al lento de las brasas de sarmiento
desatando cardinales los ardientes apetitos por la escasez
de los vestidos donados al piso en arranque de improviso
haciendo sordo entendimiento a las algarabías y al alboroto
uncidos sin yugo remontan los instintos el albur de la pasión
estremeciendo la emoción ante la mirada de la advocación
cantando francos los cantares de lujuria en honor de Salomón
rociados de aromas de amor en las flamas del pecado redentor.

Condena a los infiernos del paseo por los tilos sin medir el estilo
purificando en destino los goces que sin lapso nos ungimos
sobre el agua cual aquel néctar que en ofrenda nos donaron
en bálsamo de las viruelas de las heridas tratadas sin hierro
marcadas en la piel por los pacientes aguardos sin resguardo
espigando los campos y moliendo las piedras en fértil polvo
con el roce del aliento exhalado sin advierto por los vientos
trotamundos por encima de las cabezas pensativas de venidas
clavadas de espinas en los paneles de los panales de las colmenas
enceradas de la amarga coraza que cela la miel de tus frutales.

03/11/2013