Rebuscando en los libros
páginas de paraninfos
excelencias bien formadas
revueltas en el circulo
las tangentes y los radios,
la esfera en dextronsum
mi huso en siniestro,
se disgrega mi discurso
en el desuso.
Claras sus ideas
sorprenden sin expender,
sapiencia de cátedra
desborda y nada borda,
bordeando por mi derrota;
expedita es la boca
a callar por ignorar...
No se puede remediar
si es creciente
lo que mengua las mentes,
y refleja en la cúpula
el firmamento
los finos filamentos de las puntas
que nunca se juntan.
Arcos de alcanfor
perfuman las pastillas de jabón
lavanda de un solo color;
en el prado una flor
sobre la hierba, solitaria,
alumbra la vida
con su frágil textura,
su presteza de acero,
su ternura, en mi muda,
abre mi comisura
con su hermosa locura,
en el techo sin tejado,
en el suelo sentado.
Señorial sigue el paraninfo,
frío y desangelado
queda tan lejano
aquel alto grado de excelencia
en las palabras sin amo,
libres ensalmos
de la aventura de los calmos;
música de tu voz
metida en mi corazón
traza con sus pinceles,
atardecidos de Sol,
los colores que elevan el alma
mientras los ojos se cierran
en los sueños que despiertan...
Alzan el tono las cornetas
en el cielos y en los infiernos;
mudos respetan
el silencio que se manifiesta
en los labios que se encuentran,
en los cuerpos
que se abrazan, sin rejas,
bajo de las tejas.
28/06/2012