sábado, 28 de febrero de 2015

Cuatro postes sostienen el cielo.



Cuatro postes sostienen el cielo.

Aquellos campos no querían tranquera,
por dos palabras levantaron bardas
y se retaron por tu empeño
en no tener profano dueño.
El río se tiño de albero
vistiendo  de luto tu despecho
el rostro te guardaste seco
tras el velo no había tormento.
Eras cortesana por impuesto
del señor de los adentros.

Entre altos muros guardaste tus flores,
tras el polvo de los caminos tú destino:
levantar un mundo de un solo camino.
Dudaba tu razón mas escribía tu corazón
por encima de las murallas de tus sayas,
compuesta de aire tu alma derramabas
en los brazos invisibles donde amabas
y entregada confiabas al dolor tu energía
 abriéndote la carne en lágrimas de amor
supuradas por las yagas del gozo mayor.

Dulce carne virginal domada con tu haz
arrastrando la verdad a, la sencillez, su lugar
y construiste  tantas  moradas que no dejaste
donde caer tus huesos cansados de levantarlas,
caro pagaste el papel y sin precio la piedra,
inscrita de lo oculto, sorteando los meandros
de medras conciliados en el cieno de los dioses
antes que en el vuelo de las Tablas de Moisés.
Duro el paisaje y tosca la mirada del paisanaje,
sin vituallas tu merito aún camina con arrestos.

Amaste al amor de tu Amor acallando los dos,
mandaste en las ventas y en el mármol del salón
pero tu celda fue el paraíso donde el sentir liso
retorcía las neuronas de tu intelecto necesitado
de razones que tu raciocinio desterró de su sino
para dejarte el hilo del amor en los malabarismos
donde sangraste el corazón abierto sin despensas
luchando por cada coma de tu libertad de mujer
esclava insumisa buscando en las estrellas la pasión
que al fin te acogió en el seno vigoroso de lo eterno.

28/02/2015