domingo, 11 de abril de 2010

Prodigio

Con los recortes de la sencillez que lánguida
hace caer la mirada al mirarnos de las piedras
por las que se arrastran los pasos encajonados,

en las desazones que absorban los espacios
que engarzan el sentir del alma con la sangre
caliente de las entrañas, acariciando el secreto soñar

de los sueños que absurdos se acaecen en el no llegar
al final de los caminos, cruces perdidos en los ondulares,
de los recorridos rutinarios alojados de enconada rebeldía

que guía los pensamientos, amparados por los sentimientos,
encontrados de las pausas, que nos recorren los seres
alicientes que impulsan, levantan, los pies del suelo,

y la cabeza de la almohada, en la que perdidos estábamos,
embutidos en nosotros mismos, y en las lágrimas amargas;
las lagrimas mutan en sonrisas, la depresión torna la alegría

y el sentir, persistente, repasa los ánimos y nos incardina
con las lazadas tersas, ajustados nudos, que nos unen
en el mirar optimo de ver el horizonte que nos espera

en las revueltas de las caminos, del mundo que nos embarga,
los sentires, ora en la mísera espera de la desesperanza
ora en la sublimidad del llegar de la alegría de la dicha.

Y saltan ardorosas las vísceras, encumbrando el palpitar
de las entrañas, rociadas por los impulsos indisolubles del alma
y acontece el prodigio audaz del andar por la cuerda del vivir.