El loco de la encina

El loco de la encina.

I

El loco de la encina
recogió sus bártulos,
echo un vistazo a la encina y
en silencio se despidió;

volvía a ser el caminante
-no el de los pasos perdidos-
con destino definido,
camino finito en el infinito.

Por entre pinos y jaras,
la vereda serpenteaba;
el sol en la cara,
la brisa en el alma,

azur alegre en el cielo,
la sonrisa en los labios,
la alegría en las albarcas;
pasos tangibles y luengos.

Ronroneos y trinos,
sonsonetes finos,
entre los matorrales,
entre los espinos.

Aromas a resina,
romero en el collado,
poleo junto al río,
lavandas en el manantial;

Susurros de agua
acarician las rocas,
alborean de espuma,
refrescan las entrañas.

Puente berroqueño,
salta el arroyo,
de Musgo tapizado,
entre helechales arrebujado.

II

Zumbar de miel
liba los tomillares,
acaricia los jarales
por los colmenares.

Vislumbrar de encinas,
la dehesa se perfila,
el molino se aproxima.
Puente asfaltero sin salero.

por allá cruzaremos
el río de las arenas.
Por su ribera solana
camino seguiremos.

Rumbo suroeste.
Muretes de piedra
en las dehesas encierran,
paciendo, los negros zahínos.

Fresnos y acacias,
bucólico ribar;
colorines y gorriones,
gavilanes acechando.

Sauce llorón
Llama mi atención,
folgo de hojarasca
catre abrigado.

Perfume silvestre.
Noche luminada.
Pantalla estrellada.
Tu mirar aflora.

La brisa cantarina
refiere tu gracia,
danzan lo alabes
al son de la pasión.

III

Sonrisa de almíbar
dulcea el dormir;
la lechuza chista,
la raposa me visita.

Temblor de roció
recuerdos del estío,
baño del sol nacido,
sigamos el camino

entre los roqueños;
sol a la espalda,
calor en el pecho,
otear a lo lejos,

alcanzamos navas,
soleadas y rumiadas;
solitarias encinas,
quejigos demudados,

pastizales dorados
berreando lluvia;
sigue por el río
rumor continuo.

Nido de zancuda;
la cigüeña blanca
rebusca la pitanza
en la consumida charca.

Meandros de llano
me llevan de la mano,
al fondo tus ojos
aguardan mis labios.

Acacia me asombra
sentado en la yerba;
los pies colgando
se van refrescando.

IV

Fuerzas repuestas,
sobrio majar;
poca cosa queda,
preciso avituallar.

Grises nocturnos
aparecen por naciente,
tormenta barruntan
avivar el andar;

arrecia el viento,
el trueno sobresalta,
rayos incesantes,
guarecerse toca.

Trote ligero
llega el aguacero,
huesos calados
refugio a lo lejos;

bajo el puente
temblando entró,
noche del día,
tarde perdida;

espasmos fríos,
temblor continuo,
lumbre prendida
la ropa reseca;

nubes brunosas,
dudas de soledad,
borrasca en las alturas,
huracán en la bajura.

Chisporrotear de la brasas
salpica la oscuridad,
a dormir si más
bajo la mampostería.

V

Mañana amanecerá
las dudas la luz cegara,
la esperanza regresara,
el camino me indicara.

Tibios rayos de luz
acarician la faz,
el alba se delata
recoger y en marcha.

El sol a las espaldas
a media legua está
donde avituallar
veinte reales llegarán.

Los tejados aparecen
abreviemos el paso
la panza canta
la falta de pitanza.

Calles empedradas
acogen la llegada
a la plaza llevan,
escrutar insolente.

¡A los buenos días!
¿la tahona por favor?
A la vuelta del callejón.
Gracias, queden con Dios.

Olor candeal
nada más entrar,
dos hogazas de pan
apañarán.

Entra en el colonial
¿Qué se le ofrece?
longanizas serranitas,
queso del curao.

VI

Colmado el morral,
sosegado en la fuente,
navaja cabritera,
pan y longaniza.

A poniente el valle
enseña su puerta
de la senda estrecha
rumbo del destino.

Sin más dilaciones
un vistazo al sol,
un beso al viento,
te amo en los labios.

Espejo de greda
tu mirar señorea,
compañía de mi senda
paso vivó recupera.

Tiesas la orejas
el conejo se solea,
halcones cazadores
aguardan en el azulino.

Rumor de agua,
cantar que trina,
se me hace tú voz
susurros de amor.

Aguas tentadas
limpias y claras,
salvajes y raudas
tus entrañas claman.

Andar sosegado,
alma alterada,
pensar eterno,
amar profundo.

Empezado ............
terminado 31 de octubre de 2009
Continuará porque no tiene fin.