Tan contraída tengo el alma
que no puedo ni respirar
los pulmones me ahogan
las bocanadas nada traen
la asfixia es permanente
y el corazón acelerado
por los latidos graves
de sangre envenenada
por los venenos sagrados
de los infiernos elevados
por la tierra espolvoreados
por la maledicencia y la envidia.
Bailan y se arremolinan
tienen su hora
en el aquelarre de las penas
en los aledaños de lo lejano
donde se estrechan las miras
que dejan fuera la virtud
coronando la maldad del pecado
que es mirar y no ver
lo que se esconde entre las cortinas
de las habitaciones húmedas
que aroman de moho la vida...
17/05/2011