lunes, 16 de mayo de 2011

Despejo

Quizás este es el adiós
que sin ruidos se me extingue,
al silencio se va y vive.
Más explicación no tengo.
¡Siempre presente el dolor!
El pecho no aguanta más.

Hermoso el amanecer,
en solitario me llego,
tantas fueron las desidias
que al fin siempre dejan solo
ni lo hermoso trae alivio,
cuantos son los gritos ciegos.

Tantas son lágrimas secas,
los cantos sonrisas vistas
y la boca tan reseca,
la sed aparece inmensa.
¿Agallas…? Sin los arrojos
se funden en la miseria.

Encuentro que no hay esencia,
tiemblo cuando su presencia.
¿Qué reclamos me reportas?
Las venas se me contraen
quiero regalarte dicha,
y te arropo en la desdicha.

Por no causar el desgaste
por no tener los redaños,
ambos versos se me hicieron
pero esto no son canciones,
sentado qué… ¿Qué espero…?
¿Seguir teniendo despego?

Tantos, fueron, son los gritos
desgarros negros del alma
que más allá del ocaso
repicaran las campanas
que son mudas de badajo.
¡Mi infierno aquí os despejo!

Ni en espejos hay reflejo,
cuantos son esos remontes
que sus enganches ocupan,
tan fútiles son las flores,
qué tengo, yo, si no lacios
los rojos de tus claveles.

Y la noche lenta corre,
la ventana queda abierta,
el silencio se acobarda,
las rodillas se me tiemblan
tanto como son calambres
que por el cuerpo me ascienden.

Fatuos fuegos del recuerdo
de las llamas que no queman,
cenizas las brisas vuelan,
nada piensan las neuronas
ni placeres en el cuerpo,
ni sosiego en las entrañas.


El abandono
Cardos con sus espinas
Seca la sangre


12/05/2011