Torres en pie,
muralla derribada,
camino de arcos
llevan a lo alto
donde el castillo se
hizo fonda.
El rio se retuerce
creando la hoz que te abraza
sobre la que elevaron
campanarios
y almenas.
Apenas dos calles
de sillares señoriales
cruzadas por
callejones
y tres plazas
sencillas
cantando buenas
melodías.
Apenas pude mirar tus
rincones
con sus románicos
pilares
ni sentir el espíritu
romántico
del castellano que te habito.
Se me ocurrieron
algunos versos
y sentarme en tus
terrazas
a escribirlos
cuando el ocaso de
rojos trazos
entre sus brazos.
Miguel Ángel S. L. (Ángel Saguar)
03/04/2015
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