La ternura con la que me dices
los regaños de mi carácter
y hasta cuando, a veces, me maldices
por mi terca irreflexión,
es tan delicado manjar
que no puedo dejar de asentir
tu razón como la cierta
y en ella sucumbir mis rabietas
de compulsivo que arremete sin sentido.
La disculpa poco vale
cuando el daño ha ofendido
con palabras mal dichas
que tú siempre olvidas
como sólo las ofensas se olvidan:
Cuando el amor resplandece
incluso cuando se oculta el Sol.
20/10/2011
Preciosos como tu alma, eres un sol..
ResponderEliminarun abrazo y mil besos..Ángel Saguar...