Solivianta el levante
los ánimos de la mar,
sopla cálido sobre las dunas,
tumbado las palmeras
y va metiendo el polvo en la boca.
Inexorable sopla el bochorno
y los cuerpos desasosegados
buscan el sosiego del agua
que cae fulminada
sobre el cuerpo dolorido
por la falta de descanso.
Llega el ocaso y el sol se va,
aparece la noche, un suplicio más,
asfixia en la palabra del corazón
y, en el insufrible calor, el verbo trae el frescor
de los sentimientos vivos
que acarician, sin más, al amor.
06/12/2011
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