¿Es tarde o es mañana? Hay luz.
Es día. Miro la ruina de las fachadas descuidadas. Deshabitadas guardianas del
olvido que en la lejanía es recuerdo vivo. La esperanza del volver que hace
sobrevivir.
Antes pasé por allí. La puerta estaba abierta
y escuche el chirrido del torno. A través de la penumbra vi al alfarero dando
patadas en la rueda baja. El torno giraba. Él ensimismado abrazaba con sus
manos el barro. Estuve un buen rato mirando como trabajaba. La masa informe
estiraba. La hacía crecer y la estilizaba. Tuve que agitar la cabeza para salir
de la hipnosis del giro y volver a la realidad. Dónde estará ahora el alfarero.
El tiempo había tapado el
empedrado de las calles. Los tejados hundidos dejaban al aire las vigas de
madera. Alguna chimenea hace malabarismos por mantenerse. Por quedar no queda
más que el nido de cigüeñas encima de la soledad de la única encina de la villa.
Aparecían los primeros colores
del ocaso. Podía haberme quedado a ver los fantasmas de la noche. Pero baje por
la senda de los pinos con la penumbra del anochecer y el aroma de las jaras relatándome una vez más
vetustos secretos que guardaban.
Ya en la civilización sin
corazón que todo apuesta a ganador escondiendo sus fracasos. El folio paso la
noche en blanco. El pensamiento mal durmió imaginando la restauración de la
vida en aquella villa olvidada y perdida.
18/01/2015
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