Llar de ardores
I
Llar místico
de ascuas
imborrables
sal y miel
de la lonja
abierta del ser.
II
Sosegada la apariencia
camina por sus
venas la sangre
caldeada de
nostalgias venideras
desbocadas en el
aguardo de las sienes
renacidas en la
pasión
del alma rescatada
de los secarrales del antaño.
III
Al amanecer del
Sol
el rocío
risueño albor
y tú
enternecida me
miras.
IV
Rematadas las
cumbres de las jornadas encantadas
los largos lugares
blancos aguardando el color de las miajas
escondido en las
cárcavas secretas del alma.
Las dudas acogidas
en ovillos de
retama seca
ruedan azarosas
las corrientes de
las palabras del viento
germinando sonidos
absurdos
a los oídos
despegados de la belleza
grata y austera de los elementos
del
ardor de los deseos
en la vela
impenitente de los sueños.
V
Las aguas se acunan
en la suavidad de
la brisa
solitaria de los
cañizos
remolinando tus
rizos
por los
pensamientos
que adornan mis
quicios.
VI
Ya los días están
en flama
de doradas espigas
contrayendo los
estigmas
brotan los versos
en coral de
bucólica cima.
VII
Séptimo día
descansan las
villas
trajinan las
trillas
cada día.
VIII
Bendito Don:
Flecha envenenada
en la calcárea
pared
encarnada del mal
ver.
IX
Qué une estos
versos
dispersos por mis
sesos
sin más nexo
que mis excesos
si no la falta de
censo
en la talega de
mis accesos.
X
Décima es la parte
más cruda
del entero de mi
vida
insignificante
milésima de un
grano
de tierra donde
caminan
alpargatas sin
firma.
16/06/2013
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