Y ahora qué.
Dónde están las
quimeras
por las que llegamos a
estas horas:
Y nos miramos,
lejanos y callados
nos miramos
y seguimos callados.
No es por decir,
pero el tiempo se hace
corto
y
los pinos dejan caer las piñas
y
yo sueños con tus niñas
y
la mar bravía rompe en la Isla.
Y entonces la voz rota
desgarrando el aire
con su tono umbrío
en duende suspendido
injerta en las nubes
el sentido.
Corona de espinas
y la enea de una silla
en la orilla
de la muerte que se
hace vida
y el silencio vibra
sostenido
suspirando por el son
clavando el retumbo
en el corazón herido...
Y la mística sin labrar,
filosofía
de tierra y porfía,
surco a surco
sembró de espigas
los campos
y
los silos
lleno de grano.
Miguel Ángel S. L. (Ángel Saguar)
28/04/2015
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